MAMA, MIRA MI PIERCING



Desde el principio de los tiempos perforarse el cuerpo se asocia con los valores religiosos, señal de pertenencia de una tribu o simplemente ornamental, hasta aquí todo esta muy bien, pero cuando tu hijo llega con un piercing en la boca ya no te parece tan bonito. Empiezas a pensar en las consecuencias de el nuevo hueco que tiene tu querido hijo en el cuerpo, piensas en que lugar se lo hizo, que agujas utilizaron, la cicatriz que le quedará cuando se aburra y se lo quite, el daño que le atraerá a los dientes, el que dirá su padre, en fin, esas cosas que las madres pensamos y que nos revuelven las tripas. Y ellos tan felices orgullosos de su pendiente nuevo. Y como siempre nosotras aguantando el chaparrón. Esto lo quise compartir con vosotros porque mi hijo se ha hecho uno y parece que no le importa lo que opine o sienta yo.

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