EPIDEMIA DE LA PESTE EN ZARAGOZA


Corría 1522 y Zaragoza se consumía por culpa de la peste, diariamente morían personas sin distinción de edad ni posición social.
Los esfuerzos por controlar la enfermedad eran nulos. 
Eran tiempos difíciles, la atmósfera casi irrespirable y de miedo invadían la ciudad.
Solo algunos valientes como los de la hermandad de la Sangre de Cristo caminaban por las calles con la campanilla que avisaba la recogida de los muertos.
Las puertas eran marcadas con aspas rojas en señal de que en ese lugar estaba latente la enfermedad.
Zaragoza pasaba por uno de sus peores momentos. Resignada casi a la destrucción total a causa de la peste.
Muchos años después en pleno siglo XXI, una nueva epidemia azota la ciudad,   se llama crisis, hace que la gente se suicide, pase hambre, se tire a la calle a mendigar, a rebuscar entre las basuras, familias enteras consumidas por su destrucción.
Es una pena que la Hermandad de la Sangre de Cristo no pueda ayudar a mitigar el desastre que estamos viviendo.
En la actualidad no sabemos con certeza si llegará la destrucción total, pero el futuro no es muy amable para esta querida ciudad.
Solo un milagro sacará a todos sus habitantes de la crisis y la hará renacer de las cenizas como ha pasado tantas veces con este maravilloso lugar llamado Zaragoza


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