El placer por disfrutar la comida que mas nos gusta, siempre nos trae a la memoria a alguna persona que marcó nuestra niñez, (casi siempre mujer), a las abuelas les debemos gran parte de nuestro paladar, si nos detenemos un momento a pensarlo, seguro que recordaremos esos manjares, (por pequeñitos que fueran), que nos alegraban la vida y nos llenaban la tripa. Yo le he cogido el gustillo a cocinar desde que me casé, antes no sabía ni freír un huevo, pero es que mezclar, hornear, guisar o darle sabor a algo que al inicio no era sino un simple ingrediente tiene su mística. Ayer de pura casualidad leía un artículo dedicado a las “dadas”, así se les llama a las mujeres marroquíes que se dedican al arte de la cocina, vamos, las amas de casa, que guardan sus recetas milenarias en la memoria por que muchas no saben leer ni escribir y se las van pasando de generación en generación. Lo repito, la cocina es mística, alquimia pura. Solo se necesita empezar, tener los ingredientes sobre la mesa, ...