Por que no hay muerto malo...

Este es un cuento de mi libro "Los alabados. Por que no hay muerto malo", y me gustaría compartirlo con todos vosotros. se titula DOÑA EMILIA DE SANCHEZ. que lo disfrutéis...
Doña Emilia de Sánchez, ahora la viuda de Sánchez, vestía un largo y recatado vestido negro ceñido a su voluminoso cuerpo, que le hacía juego con la cara de orgullo mas que de dolor, cuando contaba una y otra vez la historia de cómo recuperó a don Sergio de la casa de la "otra".
La viuda afirmaba que ahora si estaba donde el debía, ocupando su lugar hasta el último adiós, en la casa que debía hacerlo...
“que se pensaba aquella nariz de mono, que yo le iba a dejar a MI MARIDO después de muerto también entre sus piernas, pues no, no y no” vociferaba y se estremecía de rabia entre el llanto mientras tomaba aire para seguir, - por que antes que nada es MI MARIDO y muerto y todo lo que sea, me pertenece aunque le pese la cobarde envidia a quien le quiera pesar. Esta bien que ella diga que esos dos hijos son de MI MARIDO que lo pongo en duda, por que los hijos de Sergio que son los míos, todos tienen un lunar en la espalda y los de ella no.
Esta bien que con nuestro patrimonio la halla mantenido en los últimos diez años, pero atreverse "esa" a llevarse a mi difunto a su casa eso si que no se lo permito, primero tendría que pasar sobre mi cadáver....
Esta bien que nuestro matrimonio como es bien sabido por todos estuviera en el abismo, que hasta con brujería lo quise salvar, todavía me acuerdo de las 25 gotas diarias que le daba con el café en las mañanas para que la dejara y volviera a ser el mismo, pero nada, yo llego a pensar que ella le daba 30 gotas por que lo único que hacía era correr entre sus brazos.
Pero el gusto de llevarse mi muerto, ese si que no se lo voy a dar, por que aquí la viuda soy yo...
Por que 35 años de vida juntos pesan mas que 10 o 12; en conclusión el derecho de velarlo en mi casa lo tengo yo por antigüedad.
A MI MARIDO lo entierro yo, a pesar de todo, no era mal marido, en esta casa nunca faltó la comida, ni la educación de los hijos; bueno yo se que amor y comprensión si que faltó, pero era su culpa, por que todo se lo dejaba a la estúpida esa, las sonrisas, los abrazos, las caricias y todo el cariño que en mi casa faltaba, pero eso ahora no tiene importancia, la viuda soy yo, el título de señora esposa lo tengo yo, lo que quiere decir que el muerto es mío y punto.
Es que definitivamente ese gesto que tuvo Sergio de haberse muerto en la casa de "esa" no se lo perdonaré; como se le ocurrió a ese viejo verde morirse en la casa de ella, en las sábanas de ella; sin tener la mas mínima consideración del que dirán.
Por que una cosa es que se halla enredado con esa cualquiera en vida, pero que tenga yo que ir a sacar el muerto de la casa ajena, y tener que estar en este momento viva y en la lengua de todo el mundo, bueno, al final de cuentas siempre fue un desconsiderado conmigo ese marido mío.
Ahora que lo miro nuevamente tirado en su ataúd me dan ganas de reventarlo a cachetadas y que se levante así sean cinco minutillos, para que también pase la vergüenza que me está haciendo pasar en este velorio tan sonado...

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